lunes, 20 de diciembre de 2010

El Calentamiento de la Simulación





La BBC informó que Científicos de la Universidad Northwestern de Illinois, en Estados Unidos, mostraron películas pornográficas a un grupo de voluntarios y observaron que las zonas del cerebro que se activan al recibir estas imágenes, responden a la parte encargada de la supervivencia y concluyeron que la lujuria no es un pecado capital sino una natural conducta humana que responde a la necesidad de perpetuar nuestra especie, de igual manera, determinaron que la gula es un placer básico de subsistencia que se transfigura en un problema cuando se torna obsesiva.

La pereza se relaciona con el atávico recuerdo de un periodo de escasez de alimentos en el que se desarrollaron los seres humanos, en aquellos lejanos soles, nuestros ancestros vivieron penosas circunstancias que exigían reservar energía para cuando esta fuera necesaria, así que nuestra evolución nos motiva a reposar.

Investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Radiológicas de Japón realizaron experimentos en los que sometieron a individuos a la lectura de perfiles de personas con los mismos objetivos que los examinados y los científicos descubrieron que la envidia no es un pecado sino un instrumento para estimular la superación.

Científicos de la Montclair State University, USA, revelaron que sentimientos como la soberbia ayuda a los individuos a superarse y se sustenta en la autoestima

En la Universidad de New South Wales, en Australia, se llevaron a cabo estudios que demostraron que la ira modera nuestro comportamiento pues equilibra aquellos sentimientos que nos orillan a guardar silencio respecto a los que nos molesta.

Adam Safron de la Northwestern University, USA, señaló que la avaricia, se origina en el ámbito de nuestros instintos básicos y en la parte racional de nuestro cerebro.

Las creencias religiosas han normado y condicionado nuestras conductas durante los últimos 4 mil años y la ciencia del Siglo XXI devela alternativas para percibir de manera distinta nuestros actos, Las creencias se sustentan en la fe y en la simulación, procurar el bien y amar al prójimo es lo deseable… hacer lo contrario, es lo normal.

Lo sagrado pierde florituras en tanto el consumo, la usura, la simulación y la plusvalía nos orillan a la desaparición como especie, crecemos de manera exponencial y degradamos nuestro planeta a la velocidad del laser, “Salvemos a la Tierra” ¿de quién? ¡Pues de nosotros mismos! Lo cual, en términos prácticos, es imposible ya que no todo progreso significa evolución y es una falacia argumentar que se pueda procurar un desarrollo sustentable.


Desde tiempos sin memoria, las actividades humanas irremediablemente degradan al medio ambiente y así como en la Historia Mundial no ha existido una civilización que no haya realizado sacrificios humanos, tampoco ha existido un pueblo que logre realizarse sin liquidar a sus vecinos, Somos animales un poco racionales que nos vestimos con las carencias que nos otorgan la simulación y la complaciente complicidad con lo que nos hace daño, lo anterior, es lo que genera subdesarrollo disfrazado de democracia y sería prudente alejarnos de los formulismos extremistas para entender de una vez que el asunto no radica en Intentar un modelo de desarrollo que respete a la naturaleza sino conjugar nuestras necesidades con el respeto a los límites que ella misma evidencia.

También es una gran mentira que la Tierra está sufriendo un cambio climatológico sin precedentes ya que nuestro planeta ha pasado más tiempo congelado que como actualmente se encuentra, Una de las leyes universales es la impermanencia y el problema de Occidente es que sus postulados de interpretación religiosa y socioeconómica nos hacen creer que somos eternos y que nuestro entorno es inmutable, Apenas hace 14 mil años, los océanos estaban 60 metros por debajo de su nivel actual y en 4 mil años, los terrícolas han sufrido erupciones volcánicas, periodos de sequías y otros fenómenos naturales que han destruido algunas de sus pujantes civilizaciones.

Otra simulación radica en argumentar que los campesinos entienden a la Madre Tierra como una entidad que se debe respetar ya que precisamente en los últimos 60 años las actividades de los campesinos han provocado la deforestación del planeta, Al deforestar sus selvas, los mayas históricos provocaron enormes sequías que los condujeron a 4 colapsos sociales, en 300 a.C, 550, 850 y 1470, además, hoy, hemos dejado de ser una sociedad agrícola para convertirnos en una sociedad de servicios donde la hidroponía y la mecanización del campo resultan más rentables que la contaminante y tradicional siembra sustentada en la quema de selvas y bosques, precisamente los deslaves y las catástrofes pluviales son generadas por las arcaicas pero vigentes tradiciones campesinas que algunos activistas ecológicos veneran holísticamente.

Hoy, el punto a discutir no es el climático, sino el macroeconómico, nuestro modelo globalizado de consumo es erróneo, construimos un progreso involutivo y simulamos que generamos riqueza pero en realidad estamos produciendo escasez.


Estados Unidos es uno de los países más contaminantes del planeta y es también la economía con mayor endeudamiento, libra con China y Europa una tenebrosa batalla monetaria de funestas y previsibles consecuencias, produce artículos de consumo que rápidamente se desechan, genera basura, destruye sus ecosistemas y los ajenos e incita con su modelo de vida a seguir contraproducentes hábitos relacionados con la simulación de un status de bienestar y, al mismo tiempo,  la pobreza se expande como una plaga mundial, lo dicho, el modelo macroeconómico mundial es obsoleto y como ejemplo, basta observar la actual crisis económica europea.

El distinguido presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, es uno de los pocos estadistas planetarios y desdeñó asistir a la peraltada Cumbre Cop-16 que se desarrolló en Cancún, explicó que ninguno de los importantes líderes mundiales asistiría a dicha reunión y advirtió que no se lograría ningún acuerdo para evitar el calentamiento global, sin embargo, también afirmó que no esperará a que los simuladores de bienestar reduzcan sus emisiones de gases de invernadero y Brasil actuará por su cuenta, este hombre ya histórico, sacó del subdesarrollo a su país, fortaleció a Sudamérica creando alianzas, pagó la deuda externa, se libró de las condiciones del Fondo Monetario Internacional y con una gran sonrisa, ofreció prestarle dinero a esta maquiavélica institución, Lula da Silva nos ha dado el ejemplo de que es posible convivir con el caos transitando en otra órbita y generar independencia económica tomando decisiones de corte social, pero ese camino implica aislarse de la simulación.

 
En la esfera nacional, nos fascina la simulación, ese es el detalle que como sociedad no queremos ver y considero ocioso increpar a nuestros gobernantes, senadores, jueces, diputados y al ejecutivo ya que sus errores políticos, marcianas declaraciones, incongruentes actos y disparatados discursos son el fiel reflejo de nuestra displicencia colectiva barnizada de simulación, lo grave es que esta actitud simuladora se dispersa también en otros ámbitos y entonces la familia se encuentra en vía de extinción, la insatisfacción es una norma, la felicidad no dura más de dos pensamientos ya que al tercero nos asalta la duda, la lealtad se ubica en unidades monetarias, celebramos nuestras carencias y a través de donativos la sociedad mexicana construye las obras sociales que son responsabilidad de los gobiernos, encendemos el televisor para observar y aplaudir la competencia entre opciones de desarrollo y recomposición social que el gobierno y no la iniciativa privada debería financiar, pagamos los impuestos del Capital al redondear de centavos a pesos nuestras compras, soportamos que el 2% de la población detente el 80% del Producto Interno Bruto, somos potencia petrolera pero importamos los derivados de petróleo, nos desbordamos en fervor nacionalista cuando vemos jugar como nunca y perder como siempre a una Selección Nacional de Fútbol que no es nacional sino que pertenece a los dueños del balón y a las televisoras, por ende, será siempre mediocre, la Cultura es vista como la aburrida Tía Fea de la sociedad cuando en realidad es una generosa catalizadora de las inquietudes sociales y además genera riqueza tangible e intangible, ignoramos a nuestra cuarta frontera, el Caribe, desubicamos a los pueblos mayas como atractivo turístico marginándolos de la riqueza económica generada por quienes fotografían su intimidad y aceptamos como verdad las mafufas Profecías Mayas que el vividor-arquitecto colombiano Fernando Malkún endosó a nuestros mayores para hacerse millonario, evidenciando con esa patraña, su monumental ignorancia histórica, epigráfica y astronómica… así es, somos expertos en calentar y recalentar la simulación.

¿Qué hacer? ¿Estas y muchas incoherencias sociales son inevitables y debemos padecer sus consecuencias como un estigma? El hecho de que la condición humana nos conduzca a la incongruencia y a la simulación no significa que debamos aceptar este derrotero como único estilo de vida.

La felicidad y el equilibrio social radica en modular la intensidad de nuestros deseos, la interpretación honesta y objetiva de la realidad es lo que permite transfigurarla y dirigirla, no es criticando a los gobernantes como se logra una transformación social sino viéndonos en el espejo, reconociendo nuestras virtudes, nuestros desatinos y actuando de manera crítica, propositiva y congruente en el día a día.

Las transformaciones sociales derivadas de la violencia nunca concluyen en equidad ni tampoco logran sus objetivos originales, lo cierto es que la complicidad con la simulación provoca subdesarrollo, económico, espiritual y emocional, La generación económicamente activa puede frenar el consumo irracional y asumirse como un eslabón de transición, hoy nos corresponde trabajar en escenarios de equidad de género y actuar congruentemente con el futuro de las nuevas generaciones, La educación debe ser una prioridad y la conciencia nuestra premisa, estamos situados en la orilla del trampolín y el salto es inevitable, el modelo macroeconómico más temprano que tarde provocará la desaparición de un porcentaje importante de la humanidad y darle la espalda al no consumir de manera irracional, puede frenar nuestra decadencia.

Los cambios climáticos siempre han existido y seguirán ocurriendo, somos un suspiro evolutivo que adquirió conciencia y con ella, podemos ubicar nuestro lugar en el cosmos y colocar un hielo al Calentamiento de la Simulación.



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