miércoles, 3 de agosto de 2011

Radiografía Cultural en Cancún





Cuando una madre le canta a sus hijos una canción de cuna, después parte unos jitomates, media cebolla, tres chiles habaneros y elabora una salsita; cuando nacen nuevas expresiones tipo ¿bax onda? o ¡Agüech! Cuando nos invitan a comer un tamal veracruzano o una carne asada estilo Sonora; cuando escuchamos una melodía que también oyeron nuestros abuelos; cuando los niños juegan a ser otros, todo ello y mucho más que nos distingue e identifica, es Cultura.

La Cultura entonces se relaciona con lo inmediato, es todo aquello que nos hace vivir; es también aquello que sale de manera espontánea y misteriosa desde el fondo de nosotros mismos aunque no siempre debe volver hacia nosotros... sin embargo, el signo de nuestra época es la confusión acompañada de su hermana mayor: la simulación. 

Nuestras palabras, ideas y acciones están remitidas a producir y comprar impulsivamente luego terminamos por separar a la civilización de la Cultura, cuando en realidad son un único concepto. 

Delante a los precarios apoyos a la Cultura, a los creadores se nos presenta el desafío de ofrecer con tres piedras y algunos pesos, atractivas  alternativas para que los cancunenses posean otros referentes de identidad que no sea caminar por los Centros Comerciales y la ciudadanía reconozca como suyas a las expresiones artísticas y culturales de sus conciudadanos, tengan referentes de sí mismos, propiciemos identidad, arraigo, pertenencia, valores sociales; asignaturas pendientes que de no ser atendidas la violencia y la descomposición social estarán siempre presente en nuestro cotidiano.

Delante a nuestro tiempo, los creadores e investigadores debemos ubicarnos y comprender que nos tocó sembrar y que además hay que apurarse  porque el rezago es no solamente inmenso sino que además, grosero.  

Nuestras vidas están perdiendo magia porque nos estacionamos en consideraciones acerca de la forma  imaginaria de nuestros actos y en los eventos materiales en vez de ubicar a los eventos artísticos y a los culturales en el corazón de nuestro cotidiano. 

Nos apoyamos en el lado negativo de las cosas y dejamos pasar la oportunidad de renovarnos con nuestras infinitas posibilidades artísticas. Y es por este motivo que el mundo se vuelca contra nosotros, en Cancún existe una descomposición familiar que no solamente genera un ambiente taciturno sino que además atenta contra nosotros mismos. 

Y cómo podría ser diferente si cuando después de trabajar deseamos convivir con la familia y los amigos o gozar de la vida y el tiempo libre, la única alternativa que tenemos es el consumo,  trabajamos para consumir y no para vivir.

Nunca antes como hoy ha habido tanta violencia y estupidez, jamás los hijos habían confrontado y ordenado a sus padres o se había perdido el respeto por la gente mayor, en ningún otro momento de nuestra historia hemos estado tan comunicados y al mismo tiempo viviendo tan solos... el sentido de la palabra civilización se está aproximando al significado de confusión.

Invertir en los productos culturales, destinar áreas urbanas para el esparcimiento, propiciar un entendimiento dentro nuestra diversidad a través de los valores culturales y las tradiciones que nos unen, ubicar a la Cultura como un catalizador de las inquietudes sociales y una riqueza que ha sido desperdiciada en la oferta turística, dejar de invertir en personalidades, nombres, elefantes blancos y volcar el presupuesto a la familia artística Quintanarroense para que sus productos culturales se incorporen a la oferta turística, en suma, vernos claramente en el espejo y luego a los ojos de nuestro compatriota, ubicar nuestras riquezas, nuestros alcances e impulsar a la Cultura, son circunstancias que  crearán certidumbre, arraigo y pertenencia; si la iniciativa privada observara que invertir en la Cultura es invertir en la seguridad y rentabilidad de sus inversiones, podríamos entonces construir un futuro con prospectiva y no parchado, a bandazos e incierto como lo hacemos hasta ahora.

2 comentarios:

  1. Hay una palabra que supera a lo importante: urgente, aunque sea menos importante.
    Sin embargo las cosas culturales suceden, sin importar circunstancias; es inevitable, y por eso es tan sencillo desdeñarlas. Qué diferente sería poner nuestra a atención a lo importante antes de que sea urgente. Aquello que hace distinto al ser humano de los demás seres vivos podría hacer la diferencia, ¿porqué es tan difícil?, ¿falta de atención? ¿pereza?

    ResponderEliminar
  2. Urgente, lo que se dice urgente, sería dignificar nuestro quehacer artístico para que las cosas dejaran de suceder sin dejar memoria y se conviertan en referentes de identidad, que existiera un proyecto de desarrollo cultural, que se introdujera a la cultura en la oferta turística y en la procuración de identidad, que exista crítica, prospectiva y espacios culturales... urgente también que se escuchen otras voces...

    ResponderEliminar

Mi lista de blogs