sábado, 5 de enero de 2013

y coincidiendo...






La fotografía que acompaña éste artículo, es una combinación de un total de 800 exposiciones tomadas por el telescopio Hubble que enfocó una pequeña porción del cielo (del tamaño de una moneda de veinte centavos) entre el 24 de Septiembre 2004 y el 16 de Enero 2005, en la constelación de Fornax, situada en el Hemisferio Sur celeste.

Los astrofísicos de la NASA calcularon que en éste pequeño espacio hay 10 000 galaxias y cada galaxia puede contener entre 100 mil y 1 millón de estrellas. El cielo cubre un área 12.7 millones de veces el espacio de esta fotografía por lo que para fotografiar todo lo visible, tardaríamos 1 millón de años y contaríamos en miles de millones el número de estrellas.

Cuando tomamos un puño de arena de las playas del Caribe de México, contenemos alrededor de 20 mil minúsculos granos de arena; si contáramos todos los granos de todas las playas del mundo tendríamos una cifra impronunciable; pues bien, existen más estrellas en el universo que granos de arena en todas las playas del mundo  y, lo extraordinario, es que entre las estrellas y las galaxias, lo que predomina es el vacío.

Miles de millones de estrellas giran vertiginosamente en el vacío sideral y nosotros nos percatamos de ello; intuimos la complejidad de la luz escondida detrás del vacío y racionalmente llegamos a la conclusión de que no todo lo que vemos es todo lo que existe… ¿quiénes somos nosotros…? … suspiros evolutivos que adquirimos conciencia de lo anterior para inmediatamente después fijar nuestra atención en el mundo que hemos creado dentro del mundo.

Un reciente estudio realizado por astrónomos del California Institute of Technology (Caltech) en Pasadena, plantea que tan sólo en la Vía Láctea -la galaxia donde se encuentra el sistema planetario al que pertenece la Tierra- hay por lo menos 100 mil millones de planetas. De entre todos ellos habrá quizá alguno que cuente con vida y probablemente aquella vida pueda darse cuenta de que vive; matemáticamente existe la posibilidad de que alguna vida en nuestra galaxia forme civilizaciones y pudiera estar tecnificada; quizá construyan naves espaciales y se pregunten si pudieran contactar a otra civilización ubicada allá en lo oscuro, junto a lo inconmensurable… sería una vergüenza para la Creación si fuéramos los humanos la única expresión de conciencia orgánica con atisbos de conciencia en el universo, lo cierto es que exploramos las opciones de compañía galáctica en tanto nos resulta complicado comunicarnos sin violencia con quienes están enfrente de nuestros ojos.

REFLEJOS

El Ego condiciona a nuestro entendimiento del cosmos, del yo y de “los otros”. Cuando el pensamiento crea a un pensador, éste se separa del cosmos para intentar comprenderlo a partir de su percepción, de su tiempo, de sus intereses y por supuesto, de su egocentrismo. Así, los movimientos planetarios que se ubican a millones de kilómetros de nosotros están ahí, en movimiento, porque determinan a nuestro destino, a nuestra conducta y a nuestras emociones.

La Astrología es una pasarela del Ego, el postulado matemático-astrológico determina el comportamiento de mi ser quien descubre que los movimientos planetarios influyen y determinan mi conducta. El milenario movimiento planetario circula porque rige mi devenir, es así como el Ego cree que se transfigura en un ser cósmico… la astrología reduce al movimiento galáctico en la tabla de valores ético-morales-emocionales de una sociedad que aspira a entender al amor, al dinero y a la salud, según las posiciones que guardan lejanos astros, así, la respuesta a las conductas humanas no se encuentra en las conductas mismas sino en el designio de un mandato proveniente del vacío.   

Girando por la vasta inmensidad, nos percatamos de nosotros mismos y de “los otros”, es ahí cuando miramos al cada yo que configuran a todos los yos que somos nosotros.

Delante a lo inconmensurable y en tiempos sin memoria pétrea, la distancia se consideró sagrada y, el movimiento devino la primera certeza. Fue así como nuestros mayores dieron sentido ritual a lo inasible.

A través de la percepción del movimiento descubrimos al tiempo y hasta hace cien años, se desconocía que existen millones de galaxias; sin embargo, sabemos más de cómo funciona el cosmos que de nuestro cerebro que lo percibe.

EL YO

En nuestro cerebro hay un yo que piensa gracias a un intrincado intercambio de información bioeléctrica que cada vez que pulsa, recrea nuestra existencia. Nuestros cuerpos están constituidos por los mismos elementos que configuran a las estrellas, somos polvo estelar concentrado en un ego.

Me doy cuenta de que soy yo mismo delante al cosmos y automáticamente me salgo de él. Aquí estoy yo y allá el cosmos, soy su espectador… tiempo después me transfiguro en intérprete para que “los otros” lo comprendan según lo dictaminen los intereses económicos-religiosos de cada momento histórico.

Acordamos “los otros” y yo, es decir, nosotros, que el cosmos es como creemos que es hasta que pensemos diferente; el cosmos es la interpretación y el acuerdo de un colectivo de egos. Pero el cosmos no es lo que es sino lo que decimos que es, al interpretarlo, erróneamente nos hemos desasociado de él para observarlo en su totalidad, sin nosotros.

El cosmos es mucho más de lo que se dice o se cree que es por que no todo lo que ves es todo lo que es, de lo mensurable, en el cosmos el 73% es energía oscura, el 23 % es materia oscura y únicamente el 4% son átomos, es decir, las galaxias, las estrellas, tú y  yo, nosotros. Recuerda que tú y yo, nosotros con las estrellas, somos minoría en el cosmos.


El científico Andrea Lïnde plantea que por pura coincidencia habitamos un universo de materia; su escenario predice un Multiuniverso en el que existen universos paralelos al nuestro, pegados como “pompas de jabón en expansión” y en el que habitan formas de existencia de antimateria como nosotros somos de materia.

Pensamientos, emociones, intenciones, deseos, angustias y todo un elenco de figuras imaginarias ocupan la mayor parte de nuestra atención mental y, cuando miramos al cosmos, lo relacionamos con nuestro Ego. El cosmos es lo que es pero tú y yo, es decir, nosotros, decidimos con nuestros actos, nuestras creencias y nuestras palabras que es como queremos que sea.

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