sábado, 4 de enero de 2014

Olmecas / Religión -- Palabra




Existen divergencias en la interpretación de las expresiones culturales de los pueblos que nombramos olmecas porque nuestros criterios dependen de limitados contextos arqueológicos o de artefactos de colecciones privadas carentes de referencias arqueológicas. Por otra parte, las ofrendas masivas en El Manatí, Veracruz, han transfigurado las referencias sobre el uso ritual de las hachas y los rituales olmecas; la dimensión, la calidad escultórica y la antigüedad del sitio Teopantecuanitlán, Guerrero, nos revela un desarrollo cultural o un estilo olmeca en ebullición por toda Mesoamérica y, leyendo el contenido iconográfico de los petrograbados del relato mitológico de la Gruta Xibalbá-Cueva Pak Ch’en, Quintana Roo, surgen dudas sobre la validez de ciertos “acuerdos interpretativos del pasado” como los conceptos de una zona nuclear situada en el Golfo y/o una Cultura Madre Olmeca (Coe, Diehl), las vigencia de las listas de “dioses olmecas” (Coe, Joralemon, Taube) o el concepto mismo de “religión olmeca”

En octubre de 1967, Peter T. Furst presentó durante la segunda conferencia olmeca en Durmbarton Oaks, Washintong, D. C., una propuesta etnográfica que explicaba la combinación de personajes humanos con felinos como una manifestación de la equivalencia cualitativa del chamán y del jaguar mas no como una descendencia mitológica de un antepasado jaguar.

Coincidiendo con la tesis de P. Furst, considero que la mayoría de las interpretaciones de la plástica olmeca se fundamentan exclusivamente en el criterio racional, es por ello que se nos escapan algunos componentes de sus significantes y desatinamos en su cabal comprensión.

El trance estático-visionario es el origen de la intencionalidad en la plástica olmeca, los objetos de poder se manipulaban en rituales para hacer más tenue el filtro con la otredad; en el Mundo Olmeca los objetos rituales fueron el vínculo de comunicación con un sofisticado elenco de entidades divinas y lugares de poder a los que los olmecas dedicaron su completa atención.

Las expresiones artísticas olmecas revelan códigos vivenciales de la unicidad, en ellas, el cuerpo, los objetos y el territorio están asociados. Los escenarios atemporales de la plástica olmeca, se relacionan con las realidades alternas chamánicas donde los individuos interactúan con entidades divinas.

Nuestra visión delante a un altar, a un hacha de jade con incisiones o a una cabeza olmeca, es la de un “espectador”, pero en la plástica olmeca, no todas las grafías estuvieron relacionadas con el universo tangible y racional ni hicieron alusión a la estética o a “dioses”: son objetos que se transfiguraban en sujetos, adquirían vida y estaban dotados de un espíritu.

Lo que consideramos como religión olmeca, en realidad son un conjunto de prácticas y rituales chamánicos; prácticas como pueden ser la meditación, el Tai Chi, la Tensegridad o el Yoga. En las composiciones plásticas, los personajes olmecas comparten realidades y voluntades con los espíritus de entidades divinas como las montañas, los altares, los manantiales, las oquedades y con águilas, tiburones, jaguares o serpientes; el “Arte Olmeca” describe al individuo que se considera unidad con el territorio y con sus fieras, es la expresión plástica del poder chamánico en constante evolución.

Las sociedades que desarrollaron religiones y culto a Dios o a los dioses, creen. Las sociedades chamánicas que intiman con sus entidades divinas, ven.

África Nuestra…

En Cantón Corralito, Chiapas, probablemente existió una colonia o ciudad satélite de San Lorenzo, Veracruz, entre ambas locaciones distan 400 kilómetros y Cantón Corralito está enclavado en una zona de transito comercial que unía Centro y Suramérica con el Golfo de México y el Altiplano. San Lorenzo tuvo un “despegue cultural” hacia el 1 200 a.C aproximadamente, pero antes de que surgiera como el primer centro urbano olmeca, ya existían concentraciones tribales de otros pueblos descendientes de migraciones paleolíticas provenientes de Asia. En Cantón Corralito, antes de que se estableciera la probable colonia de San Lorenzo, el sitio fue habitado por individuos con características asiáticas y negroides tal y como constatamos en las fisonomías de los rostros en su cerámica del dibujo de Ayax Moreno.





Un futuro estudio mitocondrial de las osamentas olmecas encontradas en los sitios de El Manati o en Tres Zapotes determinarán si existió o no un pasado africano en una de las vertientes étnicas que configuraron a los pueblos olmecas y a los no olmecas de Mesoamérica y de San Agustín, Colombia. 

La nariz ancha y los gruesos labios que caracterizan a los san agustinos y a los olmecas, así como los tipos de cabello y los mentones, entre otras características negroides, me conducen a dudar que algunos pueblos amerindios de pronto cambiaron la morfología de sus cráneos, se broncearon para siempre, se les achicharró el cabello, se les inflaron los labios y se les acható la nariz. Es más factible que sean de origen africano y llegaron primero a Suramérica y luego a Mesoamérica, a mi entender, lo hicieron a remo, por oleadas y durante el Neolítico. En espera de que algún día se realicen estudios genéticos a las osamentas olmecas, los invito a explorar otros escenarios.


Hace unos días comentamos que los estudios de investigadores de la universidad de Wisconsin determinaron que la planta Lagenaria siceraria conocida como bule, guaje o jícaro es de origen africano. Es un fruto que cuando se seca, se vuelve un recipiente natural y térmico para contener líquidos (pulque, agua, mate) estuvo presente en Mesoamérica y Suramérica, visto que quienes vinieron caminando del gélido Norte no les servía cargar semillas tropicales, pudo llegar al Continente Americano con migraciones neolíticas africanas, sugiero que navegaron por las islas de la Dorsal Mesoatlántica que emergieron cuando los océanos estaban 200 metros por debajo de su nivel actual a consecuencia del agua contenida en los glaciares.

Las probables migraciones neolíticas africanas a Suramérica tendrían que sustentarse con otras pruebas además de la botánica: exploremos las probables ligas lingüísticas y vamos directamente a la obra maestra Chi Siamo, la storia della diversità umana de los genetistas y lingüistas Luca y Francesco Cavalli-Sforza en la que encontramos algunas superfamilias como la Den-caucásica con 40 mil años de existencia y la Nostratica euroasíatica con 20 mil pero a contracorriente de mi propuesta de una migración neolítica africana, Cavalli-Sforza comentan con relación a la búsqueda de las semejanzas lingüísticas entre idiomas separados por el tiempo y el espacio: “El problema es que los idiomas cambian rápidamente y no podemos encontrar lazos de parentesco después de transcurridos seis mil años”.

Las lenguas primigenias africanas son la Khoisan y la Niger-Kordofaniano, pero si como afirman Luca y Francesco Cavalli-Sforza, por el tiempo transcurrido es complicado encontrar lazos de parentesco entre las lenguas africanas y las de  las familias mixe-zoque y oto-mange que “quizá”  hablaron los olmecas, sugiero atender a la estructura gramatical y a la estructura psíquica y creacionista que se descifra de las sintaxis de las lenguas africanas occidentales que coinciden con pasajes de las cosmogonías mesoamericanas.

Las culturas de África occidental –dogonos, babaras, kurumbas, bozos, mandingas, samogos, mosis y kules— tenían la creencia que la Creación se originó con la palabra. Dominique Zahan --estudioso de aquellas culturas--, refiere en su obra La dialectique du verbe chez les bambaras: “El verbo establece un acercamiento entre los hombres y su Dios, al mismo tiempo que una vinculación entre el mundo objetivo concreto y el mundo subjetivo de la representación, para aquellos pueblos, cada voz pronunciada es como alumbrar a un niño; por ello disponían de toda una gama de instrumentos y operaciones –pipas, tatuaje en la boca, cepillado y pulimento de dientes—destinados a facilitar el “parto” de las palabras por la boca”.

Entre los mayas del Clásico los sacerdotes-reyes se nombraban  ahauob’ que significa los que hablan, determinan, gritan. Los mexicah (aztecas) nombraban a su emperador tlatoani que significa “el que habla bien…” los antiguos mesoamericanos utilizaron las palabras para ingresar al ámbito divino. Tan sustancial, curada, soez y comprometida era la palabra mesoamericana, que cuando se graficaba, aparecía en forma de una vírgula que después de surgir con fuerza, regresaba hacia su creador.

Como acontecía en los pueblos mesoamericanos, los hablantes de lenguas “batunes” se pulían y tallaban sus dientes; la referencia sobre el bien hablar africano, nos seduce a intuir que quizá las mutilaciones dentales y las incrustaciones de jade precolombinas no se enmarcan únicamente en el ámbito estético sino en la intención de ser acompañadas por el sonido intencionalmente deformado y en compañía de una joya. Las tradiciones milenarias subsisten y se adaptan al tiempo y a los materiales que las hace vigentes, como podemos constatar en la costumbre de los actuales mexicanos de origen precolombino quienes se incrustan entre los dientes “filos y cubiertas de oro”; es una herencia que nos remite al luminoso bien decir de sus ancestros quienes se tallaban los dientes y en ellos se incrustaban jade.

Para las lenguas africanas “bantúes”, los sustantivos no se dividen por el género gramatical en femeninos, masculinos y neutros, sino que se agrupan en clases: Muntu, que se refiere a los seres (humanos y espíritus), Kintu, que designa a los animales y a las cosas (el perro, la piedra) y Kuntu, que es una modalidad (la risa o la belleza). Los seres y las cosas poseen una sustancia y fuerza, emparentadas, gemelas, complementarias que en su simbiosis provocan el asombro y crean la palabra luego el mundo se torna tangible. Es notable la diferenciación gramatical en clases y modalidad ya que la manera en la que nombramos,  damos un cuerpo existencial a quien se recrea con la palabra.

En Mesoamérica como en la arcaica filosofía de África Negra, no existen contrarios y nada está lejano; y no es que la materia y la energía se unan, sino que jamás han estado separadas. El motor que provee a todas las fuerzas de vida y actividad es el “nommo” (África) –palabra, logos— (Occidente) K’uh (Mayas) que como el agua, la semilla y la sangre, generan vida con su presencia. 

Los hablantes de las lenguas “bantúes” de África y los mesoamericanos consideran que la palabra es el vehículo para comunicarse con sus antepasados y la presencia de su infinito poder para auxiliar a los vivos. Esa era una de las funciones de la palabra en Mesoamérica además de ser un instrumento chamánico que abría otros mundos dentro del mundo. Toda hechicería es hechicería de la palabra; puede ser un conjuro, un encantamiento, un poema, una bendición o una maldición y un desafío.

Es posible también que la psique humana recreó los mismos patrones mitológicos entre pueblos que no tuvieron contacto, fenómeno que en ocasiones observamos en los trabajos de investigación científica que se realizan casi en paralelo en diferentes regiones del mundo y después de un tiempo, cuando dan a conocer sus resultados: son iguales. Recordemos también que los hebreos y los hindúes “reconocen en la palabra al origen creador”.

Para explicar la diferenciación étnica de grupos amerindios con características negroides, propongo un desarrollo de simetrías entre plantas, cosmovisiones y sintaxis de pueblos africanos y mesoamericanos que “pudieron” tener un origen común hace 8 o 7 mil años, cuando los niveles de los océanos estaban ascendiendo por el descongelamiento glaciar pero algunas cimas volcánicas aún formaban islas-puentes entre la zona costera occidental africana y el actual territorio de Brasil, entonces nos explicaríamos --entre otras simetrías transatlánticas-- los rasgos negroides en los pueblos primigenios del Continente Americano y que el bosquimano sudafricano al igual que algunas lenguas mayas como la yucateca, sean de los últimos idiomas en el mundo que pronuncian palabras con glotaciones sincopadas producidas por sonidos entrecortados en la garganta, característica que Cavalli-Sforza ubican exclusivamente en las lenguas arcaicas africanas.

Habrá que encontrar los trazos de la transformación de una sociedad predadora a una productiva; explicarnos cómo sobrevivió y se transfiguró el esquema del poder chamánico delante a la explosión demográfica, la plusvalía y la diferenciación social hasta que siglos después, esa estructura de poder se consolidó en las dinastías de los Ahauob’ Mayas: “ Los Señores de la Palabra”. 

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